La galería de arte y el rodaje: La casa lobo, de Joaquín Cociña y Cristóbal León
- falsodios
- 8 abr 2018
- 2 Min. de lectura

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Esta película hizo parte de la Competencia Oficial Ficción de la edición 58 del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias
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La Casa Lobo (2018) de Joaquín Cociña y Cristóbal León es una película chilena cuya sinopsis o cuyo pequeño fotograma de referencia no le hace justicia; poco ostentosa pero que tiene la capacidad de elevar las emociones y los sentidos del espectador a tal punto de que se pierde la noción del tiempo y del espacio, pues cuando se la está viendo ya se anda flotando en el universo de la historia, ese del cual uno no quiere escapar o quisiera pero es imposible. A pesar de ser una historia macabra, es agradable y acogedora. Un terrorífico modelo de animación es puesto a la merced de lo siniestro. Ese vacío interminable que contiene la historia, surreal y onírico deja entrever los valores más morales de una realidad nacional, llevándolos y potenciándolos hasta lograr la identificación del chileno promedio, que si no conoce de su historia podría estar siendo aprendiz de ella al ver la película.
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Esta pieza de animación cinematográfica está adornada de diferentes técnicas utilizadas por las habilidades plásticas de sus creadores, para ellos no bastaba con que La Casa Lobo fuera una película de ficción que se acercara a los cánones más clásicos de las normas cinematográficas, sino que la dotaron de todas las disciplinas artísticas construyendo una película tanto fascinante como primeriza. La Casa Lobo es la ópera prima de Joaquín Cociña y Cristóbal León. Esta es una una película colorida, texturizada, desafiante, material, sonora, surrealista, disidente y musical que sumerge la imaginación del espectador a un mundo políticamente utópico y sistemático.
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Sus personajes son de ensueño, casi pesadillescos. Una niña inocente que alude a la infancia perdida, dos cerditos que aluden a lo natural afectado por la intrusión humana y un lobo peligroso que es más letal de lo que se piensa, pues está en lo más profundo de la esencia de la historia y más presente en pantalla de lo que creemos, un lobo que podría representar miedos, lo desconocido, la ignorancia y esa locura prematura que existe en cada ser humano, que de una u otra manera se desarrolla y se materializa, ese lado oscuro que sólo la mente es capaz de crear y que destruye todo a su paso.
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No es suficiente con la desgarradora historia ni con las técnicas usadas de manera elevada. También lo son las condiciones en las que fue construida la narración, fotogramas mínimamente compuestos en galerías de arte y museos, creados desde la nada, materializados y puestos en escena por lo físico y lo material. En su despertar artístico estos dos chilenos lograron tocar la puerta y entrar directamente a la memoria y sensibilidad emocional de los espectadores, a un público expectante por una película que explora lo atroz. La Casa Lobo en su argumento trabaja condiciones y problemáticas propias de Chile, pero en esta entrega logramos divisar una historia tan latinoamericana que se conecta con nuestros antepasados y la trágica historia de conquista que hemos sufrido por parte de agentes externos que no entienden de nuestro gran espacio continental y sus propias estructuras de funcionamiento.
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